miércoles, 29 de enero de 2014

DALLAS BUYERS CLUB

Ron Woodroof  es un hombre como los de antes: bebe, fuma y no hay noche en la que no tenga entre sus manos a una preciosa señorita, resumiendo un autentico machote. Todo cambia el día en que por causa de un accidente de trabajo descubre que es portador del mortal virus VIH, diagnosticándole solo 30 días de vida. Este negándose a bajar los brazos y darse por vencido decide investigar por su cuenta sobre la enfermedad, descubriendo una serie de fármacos revolucionarios que le ayudaran a prolongar su vida y aliviar los nocivos efectos de su enfermedad. Aunque estos tienen un “pequeño” inconveniente, son ilegales en EE.UU.

Aunque a primera vista parezca un guión prefabricado por Hollywood para ganar cuantos más premios mejor, es la verdadera historia de un luchador. Un hombre que no acepto su sentencia de muerte y eligió vivir y aprovechar cada segundo de su vida como si fuera oro.



El encargado de ponerse tras la cámara es el director de origen canadiense Jean-Marc Vallée (“La reina Victoria”). Que dirige la cinta de forma elegante sin caer en la manipulación emocional y la lagrima fácil. Aunque supongo que esto en parte también es culpa de sus dos guionistas, el novel Craig Borten y Melisa Wallack (“Blancanieves Mirror, Mirror”). Es de agradecer que no hayan cogido el camino del melodrama más ñoño, ese tan típico de cualquier sábado por la tarde en A3.


Como estrella principal del reparto encontramos a un Matthew McConaughey (“El chico del periódico”) en estado de gracia. Su recreación de este personaje real es tremendamente brutal y desgarradora, su transformación física es tan sorprendente que en ocasiones uno se olvida de quién está detrás de este vaquero drogadicto y homófobo. Sorprende ver como este actor, en sus inicios nos lo vendían como el nuevo Brando (allá por el lejano 1996), que parecía destinado a protagonizar peliculillas del tres al cuarto ha evolucionado hasta convertirse en un actor de gran calidad.

A su lado encontramos a un camaleónico e irreconocible Jared Leto dando vida al travestido socio de Woodroof, el líder de “30 Seconds to Mars” mantiene el tipo ante la gran labor de su compañero de reparto. Hasta Jennifer Garner (“Elektra”) da la sensación de ser una buena actriz, supongo que debido a presentar a su personaje sin maquillaje y esconderla tras unas horribles gafas de pasta.



Como telón de fondo encontramos una dura crítica hacia las grandes empresas farmacéuticas, a las que les importa más cuantos ceros tendrán sus ingresos que salvar millones de vidas.

Una austera, seca y dura cinta no apta para toda clase de público y que seguro que se le indigestara a más de un espectador debido a su crudeza. Cine con mayúsculas.


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