El robot policía más famoso
del celuloide vuelve a patrullar las calles de su Detroit natal tras algunos
años fuera de servicio. Para ello ha tenido que hacer una parada por el taller más
cercano, sometiéndose a un proceso de reparación (chapa y pintura) y actualización
de software.
Tras las cámaras encontramos
al brasileño José Padilha, tras sorprender a medio mundo con la salvaje y
cruda “Tropa de élite” (2007) llamo la atención de la productora dueña de los derechos
de este metálico agente de la ley, la Metro-Goldwyn-Mayer. Imponiéndose por encima
de otros directores más conocidos, Robert Rodríguez (“Sin City”) o David Slade
(“30 días de oscuridad”) entre otros.
Es chocante ver como las
cualidades con las que había despertado el interés de la meca del séptimo arte
(violencia inusitada, crudeza y adrenalina a raudales) no hagan acto de presencia
ni por equivocación durante unos alargados y aburridos 118 minutos. Supongo que
todo ello debido a las presiones de una productora más centrada en conseguir un
producto excesivamente light apto para todos los públicos que en ser
fiel a su homónimo ochentero.
El libreto de esta nueva versión
es obra del novel Joshua Zetumer, que
se ha pasado por el forro el guión del original. Ofreciendo un producto sin
garra ni emoción que se pierde en demasía en el adiestramiento del nuevo y
remozado agente Murphy (semejante a las fases prólogo de cualquier videojuego donde
aprendemos los controles).
Otra
muestra de la ineptitud de este supuesto guionista es la falta de realismo en
el ambiente familiar. Nadie se cree que sus seres queridos aceptan la nueva condición
del padre de familia sin un ápice de rechazo, eliminando de un plumazo el
elemento dramático de la historia.
También
sorprende la facilidad y rapidez con la que el agente Murphy resuelve su asesinato, más propio de cualquier serie procedimental que se precie (el malo maloso no
ofrece ni un mínimo de resistencia).
En
definitiva un guion horroroso que hace agua por todos lados, con más agujeros
que un queso gruyere. Sin rastro de la violencia, el gore, el militarismo y el
humor negro tan característico de esa joya de serie b del 87.
Tras
el casco de este moderno agente de la ley encontramos a un correcto Joel
Kinnaman (serie “The Killing”). Secundado por un reparto de autentico lujo:
Gary Oldman (“El caballero oscuro”), Samuel L. Jackson (“Los Vengadores”),
Jackie Earle Haley (“Pesadilla en Elm Street”) y Michael Keaton (“Atrapada en
la oscuridad”).
El
único punto positivo de este despropósito de cien millones de dólares son sus increíbles
efectos digitales, en este apartado se nota que al menos han aprovechado hasta
el último centavo invertido. Es de agradecer que al menos alguien haya hecho
bien su trabajo dentro de semejante bazofia cinematográfica.
Si
eres fan de la película de Verhoeven y quieres evitarte un cabreo innecesario (ante
la falta de respeto de esta cinta con el original) ni se te ocurra gastar algo
de tiempo y dinero en semejante tomadura de pelo.
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