miércoles, 26 de febrero de 2014

ROBOCOP

El robot policía más famoso del celuloide vuelve a patrullar las calles de su Detroit natal tras algunos años fuera de servicio. Para ello ha tenido que hacer una parada por el taller más cercano, sometiéndose a un proceso de reparación (chapa y pintura) y actualización de software.

Tras las cámaras encontramos al brasileño José Padilha, tras sorprender a medio mundo con la salvaje y cruda “Tropa de élite” (2007) llamo la atención de la productora dueña de los derechos de este metálico agente de la ley, la Metro-Goldwyn-Mayer. Imponiéndose por encima de otros directores más conocidos, Robert Rodríguez (“Sin City”) o David Slade (“30 días de oscuridad”) entre otros.

Es chocante ver como las cualidades con las que había despertado el interés de la meca del séptimo arte (violencia inusitada, crudeza y adrenalina a raudales) no hagan acto de presencia ni por equivocación durante unos alargados y aburridos 118 minutos. Supongo que todo ello debido a las presiones de una productora más centrada en conseguir un producto excesivamente light apto para todos los públicos que en ser fiel a su homónimo ochentero.

El libreto de esta nueva versión es obra del novel Joshua Zetumer, que se ha pasado por el forro el guión del original. Ofreciendo un producto sin garra ni emoción que se pierde en demasía en el adiestramiento del nuevo y remozado agente Murphy (semejante a las fases prólogo de cualquier videojuego donde aprendemos los controles).

Otra muestra de la ineptitud de este supuesto guionista es la falta de realismo en el ambiente familiar. Nadie se cree que sus seres queridos aceptan la nueva condición del padre de familia sin un ápice de rechazo, eliminando de un plumazo el elemento dramático de la historia.

También sorprende la facilidad y rapidez con la que el agente Murphy resuelve su asesinato, más propio de cualquier serie procedimental que se precie (el malo maloso no ofrece ni  un mínimo de resistencia).

En definitiva un guion horroroso que hace agua por todos lados, con más agujeros que un queso gruyere. Sin rastro de la violencia, el gore, el militarismo y el humor negro tan característico de esa joya de serie b del 87.

Tras el casco de este moderno agente de la ley encontramos a un correcto Joel Kinnaman (serie “The Killing”). Secundado por un reparto de autentico lujo: Gary Oldman (“El caballero oscuro”), Samuel L. Jackson (“Los Vengadores”), Jackie Earle Haley (“Pesadilla en Elm Street”) y Michael Keaton (“Atrapada en la oscuridad”).

El único punto positivo de este despropósito de cien millones de dólares son sus increíbles efectos digitales, en este apartado se nota que al menos han aprovechado hasta el último centavo invertido. Es de agradecer que al menos alguien haya hecho bien su trabajo dentro de semejante bazofia cinematográfica.


Si eres fan de la película de Verhoeven y quieres evitarte un cabreo innecesario (ante la falta de respeto de esta cinta con el original) ni se te ocurra gastar algo de tiempo y dinero en semejante tomadura de pelo.


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